Y de mi obsesión te imaginé y te hice puente entre Dios y la materia.
Amor lo llaman… o enfermedad. A estas alturas, sigo sin saberlo.
A estas alturas, por debajo de tu ombligo. De rodillas, lejos de ti y frente a tus imperfecciones, insuficientes para convencerme de que no merezco cargar también con tus miedos. A estas alturas, dos pisos más abajo y una ventana por las nubes.
Dispuesta a dejarte atrás, lidiando con esta maldita ciudad que no me da tregua, que no borra tus huellas y no deja de brindarme tus cadenas.
Muy bueno.