Michelle en tu pluma,
don’t I look like rain.
Me provoco tristeza como si fuera vómito
cada quince días,
parte de un ciclo enfermizo de úlceras y acidez.
Don’t I look like rain…
Y me siento Molina, Diane pero sin kit. No hay first-aid-kit ni tiritas para tantos disparos. No hay alcohol y todo sabe a lluvia. Tus caricias, vuestras risas. Todo sabe a lluvia.
Qué me está pasando. Por qué no entra la luz aunque abra las ventanas. Por qué tanto cristal, tanto desierto. Dónde está mi absolutismo. Dónde estoy en el mapa, en qué ombligo, en qué parada esperando qué autobús. Porque siempre estoy a la espera de algún autobús, de algún tren de cercanías porque no sé conducir. Y en este mundo hay que saber conducir porque a pie la gente te atropella. Y con la bici no llego muy lejos y las manos se me hielan en invierno aunque lleve guantes porque el frío me nace en los huesos y mis dedos no reaccionan cuando tengo que frenar.
Tengo el cuerpo dormido, pálido, como una sombra me arrastro y persigo eternamente la mitad de un espejismo al que estoy ligada pero que nunca alcanzo. Y le miro al mundo a los ojos, desafiantes y derrotados ambos, y nos desvanecemos los dos, de la mano, hasta extinguirnos.
Don’t we look like rain?
Tú y yo. Y ellos. Somos agua.